19/1/09

Derecho perenne

Un lector del blog me advertía que, tratando sobre el derecho, parece como si no saliésemos del círculo de los jurisconsultos romanos, y me preguntaba si no habría "ideas nuevas" en la filosofía del derecho. Le sugerí entonces que a los amigos de novedades quizá interese las reflexiones del filósofo portugués Boaventura de Sousa Santos, sobre cuyas ideas tal vez hagamos algún futuro comentario. Aunque la pregunta que se me hizo puede llevarnos a otra: si en la reflexión sobre el derecho es posible la novedad.

Cuando leemos los testimonios legales más antiguos que conocemos, como el derecho sumerio, identificamos bajo el manto de instituciones y prácticas exóticas, elementos reconocibles, invariables con el transcurso de los siglos, que constituyen la sustancia de aquello a lo que decimos "derecho": los deberes y las obligaciones, los bienes propios y los ajenos, los castigos y las multas, las relaciones familiares, la libertad y la sumisión a las autoridades.

Así, en la investigación teórica del derecho podemos dirigir nuestra mirada a los fenómenos superficiales, idiosincráticos de un tiempo y de un país [quid sit iuris], o bien a la sustancia universal del derecho, que es la misma siempre y en todo lugar: esto es la naturaleza del derecho [quid sit ius]. Así planteado, nuestra indagación de qué es el derecho demanda una respuesta sub specie aeterni, aunque sean muchos los juristas y filósofos que de diversos modos hayan respondido a lo largo de la historia humana.

Dice Santo Tomás que lo natural es inmutable, e idéntico para todos [illud enim quod est naturale est immutabile, et idem apud omnes], y es así en todo tiempo y lugar [oportet quod sit semper et ubique tale], pero advierte también que la naturaleza del hombre es por el contrario mudable, porque a veces su voluntad se pervierte [quandoque contingit quod voluntas hominis depravatur] (2-2 q.57, a.2). Por eso diremos que el derecho, visto desde la cosa misma [ex ipsa natura rei], no cambia y siempre es el mismo, aunque las relaciones humanas sean inconstantes y mudables.

La multiplicidad de ideas y opiniones sobre el derecho, que nacen de la inconstancia del pensamiento humano, pudiera hacernos creer que es el objeto mismo, el derecho, lo que muda y cambia. Pero confundimos así las palabras con los conceptos. El pensamiento de Santo Tomás será para nosotros una buena guía para conocer el derecho perenne, si estamos dispuestos a reconocer un concepto universal del derecho que recorre los siglos.