1/6/08

Refutación de Heráclito

"Se refiere también de Anaxágoras, que dirigía esta sentencia a algunos de sus amigos: «Los seres son para vosotros tales como los concibáis.» También se pretende que Homero, al parecer, tenía una opinión análoga, porque representa a Héctor delirando por efecto de su herida, tendido en tierra, trastornada su razón; como si creyese que los hombres en delirio tienen también razón, pero que esta razón no es ya la misma. Evidentemente, si el delirio y la razón son ambos la razón, los seres a su vez son a la par lo que son y lo que no son.

"La consecuencia que sale de semejante principio es realmente desconsoladora. Si son éstas, efectivamente, las opiniones de los hombres que mejor han visto toda la verdad posible, y son estos hombres los que la buscan con ardor y que la aman; si tales son las doctrinas que profesan sobre la verdad, ¿cómo abordar sin desaliento los problemas filosóficos? Buscar la verdad, ¿no sería ir en busca de sombras que desaparecen?

"Lo que motiva la opinión de estos filósofos es que, al considerar la verdad en los seres, no han admitido como seres más que las cosas sensibles. Y bien, lo que se encuentra en ellas es principalmente lo indeterminado y aquella especie de ser de que hemos hablado antes. Además, la opinión que profesan es verosímil, pero no verdadera. Esta apreciación es más equitativa que la crítica que Epicarmo hizo de Jenófanes. Por último, como ven que toda la naturaleza sensible está en perpetuo movimiento, y que no se puede juzgar de la verdad de lo que muda, pensaron que no se puede determinar nada verdadero sobre lo que muda sin cesar y en todos sentidos. De estas consideraciones nacieron otras doctrinas llevadas más lejos aún. Por ejemplo, la de los filósofos que se dicen de la escuela de Heráclito; la de Cratilo, que llegaba hasta creer que no es preciso decir nada. Se contentaba con mover un dedo y consideraba como reo de un crimen a Heráclito, por haber dicho que no se pasa dos veces un mismo río; en su opinión no se pasa ni una sola vez.

"Convendremos con los partidarios de este sistema, en que el objeto que muda les da en el acto mismo de cambiar un justo motivo para no creer en su existencia. Aún es posible discutir este punto. La cosa que cesa de ser participa aún de lo que ha dejado de ser, y necesariamente participa ya de aquello que deviene o se hace. En general, si un ser perece, habrá aún en él ser; y si deviene, es indispensable que aquello de donde sale y aquello que le hace devenir tengan una existencia, y que esto no continúe así hasta el infinito."

Aristóteles, Metafísica, IV,5 (1009b-1010a). Traducción de Patricio de Azcárate.

3 comentarios:

Ignacio dijo...

La verdad de lo que muda es la mutabilidad.

el ser es inherente a la persona, no a las cosas: lógicamente, dotar de ser a lo que es es un uso de doble semántica.

Vamos, digo yo.

Al principio fué el verbo: es la palabra la que configura nuestro pensamiento y por tanto nuestra percepción; el uso de la palabra para explicar la realidad nos lia aunque creamos ser claros, aunque como siempre debo estar equivocando.

Joaquín dijo...

Equivocado, no. De Heráclito a Nietzsche muchos pensadores han sostenido que la verdad es mutable.

El aristotelismo es una alternativa. Como dice Aristóteles, en ese pasaje que he puesto en negrita, si ésa es la doctrina sobre la verdad (que la verdad es relativa y cambiante), dice: "Buscar la verdad, ¿no sería ir en busca de sombras que desaparecen?".

O por decirlo con mayor brevedad, y es lo que he intentado en esta serie de post: el relativismo (heraclíteo, nietzscheano) hace imposible la metafisica.

El Parvulario Tomista se alinea con la metafísica. Pero iremos poco a poco viendo por qué.

párvulo dijo...

Buenas noches Joaquín:

recuerdo mi bachillerato filosófico como unas almazuelas de pasajes extravagantes, tales como que un río no se pasa dos veces, o ni siquiera una vez. Creo que del destilado de esas extravagancias viene el descrédito de la Filosofía. Cuánto más provechosa aquella que respeta el sentido común.