16/10/08

Enseñar y aprender: Platón

La séptima de las cartas conservadas de Platón, de cuya autoría no se duda, es digna de conocerse porque en ella explica su vida, y los motivos que le llevaron al estudio, al political counseling, y a la enseñanza de sus doctrinas sobre el Bien y la Verdad. En una célebre digresión de su relato [párrafos 340b-344c], Platón nos explica el modo en que, según él, se transmiten los saberes filosóficos, y por qué no son adecuados para enseñarlos más que de palabra, y a un círculo restringido. ¡Pero eso nos lo dice por escrito! Pese a ello, leamosle:

"En todo caso, al menos puedo decir lo siguiente a propósito de todos los que han escrito y escribirán y pretenden ser competentes en las materias por las que yo me intereso, o porque recibieron mis enseñanzas o de otros o porque lo descubrieron personalmente: en mi opinión, es imposible que hayan comprendido nada de la materia. Desde luego, no hay ni habrá nunca una obra mía que trate de estos temas; no se pueden, en efecto, precisar como se hace con otras ciencias, sino que después de una larga convivencia con el problema y después de haber intimado con él, de repente, como la luz que salta de la chispa, surge la verdad en el alma y crece ya espontáneamente. Sin duda, tengo la seguridad de que, tanto por escrito como de viva voz, nadie podría exponer estas materias mejor que yo; pero sé también que, si estuviera mal expuesto, nadie se disgustaría tanto como yo (...). Es necesario, en efecto, aprender ambas cosas a la vez, la verdad y lo falso del ser entero, a costa de mucho trabajo y mucho tiempo, como dije al principio. Y cuando después de muchos esfuerzos se han hecho poner en relación unos con otros cada uno de los distintos elementos, nombres y definiciones, percepciones de la vista y de los demás sentidos, cuando son sometidos a críticas benévolas, en las que no hay mala intención al hacer preguntas ni respuestas, surge de repente la intelección y comprensión de cada objeto con toda la intensidad de que es capaz la fuerza humana. Precisamente por ello cualquier persona seria se guardará muy mucho de confiar por escrito cuestiones serias, exponiéndolas a la malevolencia y a la ignorancia de la gente."

Se aprende por intuición, contemplando las imágenes de las cosas en nuestro interior, hasta que se nos hace la luz, igual que una chispa que saltase entre las neuronas. Las ciencias se enseñan trabajosamente, según el orden que pide la materia, según nos ha dicho Santo Tomás; pero se aprenden después de una larga convivencia con los problemas, las ideas y los conceptos, haciendo el esfuerzo de captar en su totalidad, totum simul, el objeto de nuestro estudio. Saberse las lecciones no es aprenderlas de carrerilla, de momento. Por eso es bueno comenzar así nuestro estudio imitando algo del viejo escepticismo platónico, para moderar nuestra ambición, y para que no nos cansemos de repensar las palabras leídas u oídas.

[El texto de la Carta VII es traducción de Juan Zaragoza].

2 comentarios:

Luis Amézaga dijo...

Supongo que pensaría de los blogueros que no somos personas serias, o que lo escribimos no debiera tomarse en serio. Malos tiempos ;)

Joaquín dijo...

"Si escribo, malo. Si no escribo, peor". Ese parece su lema...