27/10/08

Los problemas económicos

La ciencia se aprende desde la experiencia con las cosas más conocidas para nosotros [quoad nos] hasta elevarnos a sus principios y elementos (Aristóteles), después de largo trato con los problemas, representaciones y conceptos, hasta que se nos hace la luz y captamos el objeto en su totalidad (Platón), sin perder de vista el fin de nuestro estudio (Santo Tomás), y debatiéndonos en nuestro interior para encontrar los argumentos más útiles a nuestros propósitos (San Anselmo).

Nuestra intención ahora será mostrar que esa ciencia a la que llamamos teología, o discurso sobre Dios, también se aprende de ese modo. Pero nos ha parecido conveniente hacer antes una prueba con dos ciencias emparentadas entre sí, la economía y el derecho, a las que honramos por ser las artes con las que nos ganamos el sustento [pro pane lucrando]. Puesto que lo anterior en el tiempo son las cosas, y sólo después su apropiación por los grupos humanos como bienes suyos, juzgamos que los problemas económicos preceden a los jurídicos. Por eso los vamos a tratar primero.

¿Cómo se aprende la economía? No con el análisis de conceptos, lo que es propio de una ciencia ya adquirida, sino mediante la experiencia directa y consciente de los problemas económicos básicos. El hecho económico más aparente es que los bienes están repartidos de modo desigual. En los grupos humanos más extensos, ese reparto desigual se manifiesta en que hay ricos y pobres (y en general, que hay naciones ricas y pobres). Creemos que la causa última y de fondo de la desigualdad económica es natural (del mismo modo que si hacemos un largo viaje a pie, observaremos que el paisaje cambia, y la humedad y la vegetación de cada paraje es desigual), porque la naturaleza produce órdenes locales mediante la distribución irregular de la materia. Por esta causa una minoría de individuos ricos sólo puede sustentarse en una gran masa correlativa de individuos pobres.

Los primeros tratados de economía se interrogaban sobre las causas de la prosperidad [the wealth of nations]. Sin embargo, tratar sin más de la riqueza (y de su correlato la pobreza) es un enfoque superficial (como sería en medicina reducir la fiebre pero no atacar la infección), porque así no se resuelve el problema fundamental de la relación de los hombres con los bienes, que concierne a todos los pueblos, y no a grupos particulares de individuos. ¿Cuál es ese problema?

La sabiduría de un relato tradicional puede enseñarnos más sobre nuestro mundo que una larga explicación. El milagro de la "multiplicación de los panes y los peces" (Mc 6, 35-44) ilustra muy bien el problema al que estamos apuntando. En el Evangelio se nos cuenta que Jesús y sus discípulos se retiraron a un lugar solitario, "porque eran tantos los que iban y venían, que no tenían ni tiempo para comer". Pero la muchedumbre les seguió para escuchar al Maestro, que "sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor".

"Como se hacía tarde, los discípulos se acercaron [a Jesús] a decirle: El lugar está despoblado y ya es muy tarde. Despídelos para que vayan a los caseríos y aldeas del contorno y se compren algo de comer. Jesús les replicó: Dadles vosotros de comer. Ellos le contestaron: ¿Cómo vamos a comprar nosotros pan por valor de doscientos denarios para darles de comer? Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Cuando lo averiguaron, le dijeron: Cinco panes y dos peces."

El hambre de la gente es el primer problema económico, porque toca a todos. El segundo, la escasez de medios para remediar el hambre. Leemos que los discípulos sólo tenían cinco panes y dos peces, y se quejaban además de que no podían comprar pan para todos "por valor de doscientos denarios". Y entonces Jesús obra el milagro:

"Jesús mandó que se sentaran todos por grupos sobre la hierba verde, y se sentaron en corros de cien y de cincuenta. Él tomó entonces los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los fue dando a los discípulos para que los distribuyeran. Y también repartió los dos peces entre todos. Comieron todos hasta quedar saciados, y recogieron doce canastos llenos de trozos de pan y de lo que sobró del pescado. Los que comieron los panes eran cinco mil hombres."

El gesto milagroso de Jesús nos enseña el auténtico problema económico fundamental: el reparto y distribución de los bienes. Bien pensado, el mayor portento de aquella tarde no fue la multiplicación de los panes, lo que contradice nuestra experiencia cotidiana, sino que todos comieron hasta quedar saciados. Saciar el hambre de la humanidad nos parece el problema primero y fundante de la economía, muy anterior a otros objetivos secundarios, pero que comúnmente se interpretan como prioridades de la agenda económica (el pleno empleo, la estabilidad de precios o el crecimiento).

La lucha contra la pobreza y el cortejo de problemas que le acompañan (las enfermedades, las guerras, el analfabetismo y las tiranías) es el único objetivo que supone una perspectiva global de los procesos económicos. Cualesquiera otros objetivos que puedan formularse nos parecerán parciales e interesados, y por tanto indignos de fundar una ciencia. En la próxima entrada discutiremos la célebre definición de economía de Lionel Robbins, lo que nos dará ocasión para perfilar conceptos y precisar el orden requerido en el estudio de esta disciplina.

[La traducción del relato del milagro es de Francisco P. Herrero (La Casa de la Biblia). Imagen: mosaico bizantino de los panes y los peces, en
Tabgha].

6 comentarios:

Morgenrot dijo...

Joaquín, he seguido todas las entradas de esta segunda etapa del blog.

Sólo me queda una duda con respecto a lo que afirmas en cuanto que " siendo anterior en el tiempo las cosas, y sólo después su spropiación por los humanos como bienes, juzgamos que los problemas económicos preceden a los jurídicos ".

No todo lo jurídico se sotiene en una base económica, por tanto, el derecho no tiene porque ser posterior a la economía. ¿?.

Saludos

Joaquín dijo...

Morgenrot, tu observación es atinada, y se dirige precisamente a la clave de cómo yo interpreto la economía y el derecho. Desde luego, hoy, en grandes trazos, se habla de un derecho "personalista" (p.ej. el derecho de familia) frente a otro "patrimonialista". Pero como mera hipótesis, creo que el derecho comienza con la apropiación de cosas (en el momento en que la naturaleza es objeto de dominio). Seguramente hacer anteceder las relaciones económicas a las jurídicas es problemático, porque forman un todo indiscernible. Espero discutirlo en las próximas entradas, en que concluiré con la economía, y continuaré por territorios en que me siento más seguro (que es el derecho, claro).

Ignacio dijo...

Cuando a Cristo le derraman un caro perfume encima, no hace la misma apreciación de "con eso se podría haber comprado....." el conceptualizar en pobreza/riqueza económica al ser humano es un error: el dinero viene y va: si nos condiciona es un error: pero cada cual su albedrío.
La pobreza ¿lo es por comparación? se mueve más dinero hoy en plena crisis en cualquier bolsa del mundo que en todo el tiempo anterior de la humanidad; sin embargo vamos a peor.

La riqueza es producto del trabajo y se sustenta en el bien de la persona; traducirlo a dinero es una forma eficaz y normal, pero medir la pobreza en esos términos desvirtúa al trabajo en beneficio del dinero.
A la especulación frente al esfuerzo.

Por otra parte, no hay escasez de medios para que coma la población; tan sólo escasez de cultura y formación.

Joaquín dijo...

Sin embargo, Ignacio, que hay pobres en el mundo, que se mueren de hambre, es evidente. Es una realidad incómoda, pero certísima. Algo habría que hacer.

ONDA dijo...

Lo que parece clara es la incompetencia actual de los dirigentes para resolver los problemas economicos.

Creo que es en estos momentos cuando se ve la talla, que no el talante, de los ¿mejores?.

Cuidate.

Ignacio dijo...

Si; hay pobres en el mundo.

No demasiado lejos de ti, ahora hay auténticos dramas aunque no los veas: seguro.

No podemos ir contra "la pobreza" o "contra el mal" o"contra los siete pecados capitales" pero sí podemos dar herramientas para la persona: educación, formación, entereza.....con esos "armamentos" se defiende la humanidad.

30 monedas costó la vida de Cristo: ningún hombre vale más; los términos "grandes" como la pobreza dejan desvaído en una nebulosa un concepto grande que no se puede abarcar, jamás: nunca podremos arreglar el mundo: Cristo no pudo, yo no soy ni comparable, pero sí podemos dar las armas que sabemos eficaces: la educación, la formación.....