30/10/08

Orden en el estudio de la ciencia económica

La economía, que se nos presenta como un trasiego incesante de bienes, servicios y dinero en distintas trayectorias, es un ejemplo perfecto de sistema dinámico. Cuando observamos la superficie de las actividades económicas, sólo vemos cosas, personas (una cosechadora en un trigal, un pescadero en su puesto del mercado, la oficina de un banco, albañiles currando en una obra, los buques del puerto, camiones que pasan por la carretera, una delegación de hacienda, el consultorio o la escuela de un pueblo). Pero nunca comprenderemos la economía si restringimos nuestra visión a unos procesos concretos. La economía sólo se capta mediante la intuición de su complejidad como un todo. Por eso el economista siempre tiene presente que sus instrumentos de análisis sólo representan caras distintas de un mismo prisma.

Los rasgos no lineales y complejos de los sistemas económicos favorecen su comparación con la hidráulica (así se habla de flujos circulares de renta y dinero), o con los meteoros (de ahí la predilección de la prensa por las metáforas del clima, cuando habla de perturbaciones, borrascas, bonanzas y tsunamis).

La complejidad de la economía, que se sustrae a la representación lineal, explica la dificultad de su abordaje y estudio. Nada en economía viene antes o después de otra cosa, sino que, como en los ciclos naturales, los elementos económicos siguen trayectorias circulares que retornan indefinidamente. La razón más profunda de esta analogía con la naturaleza, es que la economía posee también una dinámica física, describible como un sistema macroscópico que oscila entre equilibrios inestables.

Esta complejidad inherente al objeto económico, hace más crítica la pregunta por el orden con que debe estudiarse esta disciplina, ya que somos limitados, y no se nos ha concedido aprender las ciencias a golpes de pura intuición. Si abrimos cualquier manual que tengamos cerca, por ejemplo el de Samuelson (1948), o el de Mises (1949), comprobaremos que está generalmente aceptado comenzar la exposición de la economía con una definición parecida a la que acuñó el profesor de la London School of Economics Lionel Robbins. La definición de Robbins se ha hecho corriente (es la que nosotros mismos estudiamos en la universidad), lo que prueba que es una definición buena. Pero debemos estar advertidos de que toda definición es un punto de llegada, y que su comprensión exige desandar el camino andado por el autor, explicándola.

Dice Robbins que "la economía es la ciencia que estudia la conducta humana como relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos" [Economics is a science which studies human behavior as a relationship between ends and scarce means which have alternative uses] ("An Essay on the Nature and Significance of Economic Science", 1932) [enlace al texto original en mises.org].

1. Se trata de una definición analítica, porque descompone el todo de los procesos económicos en sus elementos componentes (la conducta, los medios y los fines, la escasez y la utilidad). Pudiera objetarse entonces que es una definición limitada a una perspectiva (precisamente la de las partes de un todo). Sin embargo, alcanza un grado notable de generalidad. No hay ningún ángulo de corte y observación de los procesos económicos agregados, en que no hallemos presentes siempre estos elementos. Es sugerente pensar que esta definición presenta rasgos holonómicos, porque desde cualquier foco de observación de los procesos, suponemos que somos capaces de explicar su dinámica global.

2. La definición de Robbins es praxeológica (de praxis), porque explica la economía como un resultado de la conducta práctica humana. En un nivel superior, puede pensarse que la agregación de multitud de conductas individuales hace emerger procesos macroscópicos que obedecen a leyes propias, que se desvinculan de las conductas singulares (por ejemplo, mi decisión de comprarme un coche no tiene efectos apreciables en los procesos económicos, pero sí las compras agregadas de la multitud de individuos que, por separado, deciden comprarse un coche). Sin embargo, aún sería cierto que la praxis humana es el elemento universal sin el cual no se da ningún proceso económico observable.

3. Se trata de una definición científica, esto es empírica, fundada en hechos observados, y por tanto valorativamente neutra. Describe la forma óptima de combinar medios escasos para obtener los fines escogidos, pero no prescribe qué propósitos deben perseguirse. Decíamos en nuestro anterior artículo [los problemas económicos] que el problema fundamental de la economía es la distribución de los bienes, y la lucha contra la pobreza. Pero cabe imaginar que se empleasen en cambio los instrumentos de la ciencia económica para enriquecer a clases particulares de individuos. Sin embargo, esta objeción es lo mismo que si nos quejásemos de que la cosmología no explica quién creó el universo, cómo, por qué, y con qué propósito. La economía y la cosmología, por ser ciencias, tienen objetivos modestos (describir cosas, procesos), y por eso la definición de Robbins es completa. A pesar de ello, nunca alcanzaremos una comprensión global de los procesos económicos, si no hacemos una síntesis de las leyes económicas y de los principios de justicia distributiva.

Con estas reflexiones hemos contrastado que en el estudio de la ciencia económica se cumple el orden sugerido por los maestros: desde las cosas y procesos, a los principios y elementos constituyentes. Desde la perspectiva ofrecida por el análisis, obtenemos en síntesis una visión más penetrante e iluminada de los procesos globales. Continuaremos en las próximas entradas haciendo igual contraste con el derecho, para concluir con el objeto de nuestro estudio, la teología.

[Imagen: "Waterfall" (1961), M.C. Escher].

[Vid. Francisco Capella, "Amor a la ignorancia económica"].

.

8 comentarios:

Mendrugo dijo...

Excelente artículo, Joaquín.
(Mucho mejor que el anterior. Se nota que entre uno y otro has leído y pensado sobre el tema).

Es muy importante entender la economía como un sistema complejo en que todas las variables (qué, cuánto, cómo y para quién producir) se determinan simultáneamente como resultado de las decisiones de todos los agentes. De modo que cuando nosotros decidimos comprar un coche o hacer una hora extra estamos afectando a la distribución mundial de la renta. (Sin embargo, y siendo todas nuestras decisiones económicas actos morales, sería un error, y sería en vano, que al tomarlas quisiéramos guiarnos por la lucha contra la pobreza).

Y como un sistema dinámico. (Por ejemplo, que cuando hablamos de distribución de la renta no estamos hablando del mero reparto de una tarta cuyo tamaño está dado. Porque la renta, la cantidad de bienes disponibles para el consumo, es un flujo. Habrá más o menos también en función del conjunto de las eecciones que hagamos).

Joaquín dijo...

Y excelente comentario el tuyo, Mendrugo. Ya veo que tengo participantes muy cualificados.

Estoy de acuerdo que este artículo está más "trabajado" que el anterior. Pero es que ése estaba pensado para una introducción llana, imprecisa si quieres, del asunto.

Aunque tampoco debo pasar de las generalidades, porque no soy especialista en economía. Pero el motivo de escribir este artículo es el de aclararme las ideas, y si así ayudo a otros, mejor que mejor.

Morgenrot dijo...

Efectivamente, se refrescan ideas.

En la definición de Robbins, siguiendo la lógica que se plasma en entradas anteriores, estoy de acuerdo con su holísmo, describiendo una realidad como un todo, todo distinto a la suma de las partes.
Igualmente, en cuanto a la suma de las praxis humanas y a la objetividad. Resulta ser una síntesis partiendo del análisis.

No he desempolvado el Samuelson, pero ahí está. Con este conjunto de cosas me he acercado de nuevo a tiempos de estudio ya pasados y constato que es positivo volver a esos procesos de análisis y conclusiones, en todos los ámbitos.
Lo deductivo ya lo hacemos de forma casi mecánica, es bonito volver a las bases.

Joaquín dijo...

Morgenrot, me satisface tu comentario, porque veo que los objetivos que pretendía se cumplen.

p.s. El "Samuelson" era el manual en boga en las facultades, con un enfoque matemático. Hoy está en boga el tratado de Ludwig von Mises "La acción humana" (Unión Editorial). En sus más de 1.000 páginas, ¡no hay ni una sóla gráfica!

Anónimo dijo...

Sigo sentado al fondo del parvulario, perplejo ante tanta erudición, sospechando que en el fondo de la cuestión duerme un espectro, cuyo latido la economía lleva siglos intentando silenciar....

Joaquín dijo...

Humanista perplejo, ¡qué sugerente lo que dices!

Mendrugo dijo...

Sería interesante hacer una aproximación metafísica al concepto de lo útil y a la teoría del valor. Preguntarnos qué es lo que nos lleva a estimar las cosas como útiles y valiosas en sentido económico y a llamarlas "bienes". En qué se diferencian este "bonum" y el bonum trascendental, y hasta qué punto convertuntur.

Joaquín dijo...

Pensaremos en la cuestión, Mendrugo. Ése es otro ejemplo de holismo. Porque, si bien las cuestiones de la Suma Teológica se presentan en sucesión (una tras otra), forman una constelación de problemas trabados todos entre sí. El orden es siempre problemático.