
"Observemos que hay dos maneras de estudiar a Santo Tomás..., una sana y la otra extraviada desde el principio. Estoy tan convencido de que es así, que me gustaría persuadir a los jóvenes de que es verdad. Una manera de estudiar a Santo Tomás consiste en leer a Kant, Hegel y los filósofos de mayor actualidad, para empezar; y luego a los Padres, y Avicena y Averroes, y si se presenta la ocasión, Pedro Lombardo o Alejandro de Hales, y en fin los escritos de Santo Tomás en orden cronológico (aunque sólo unos fragmentos de éstos, porque la vida es corta), de manera que se clarifique a Santo Tomás a la luz de la filosofía moderna y se discierna todo lo que recibió de sus predecesores, todo lo que él les sumó, y todo lo que recibió de sí mismo y a sí mismo sumó a lo largo de su desarrollo individual. Este método, tomado como norma de disciplina intelectual, es inútil e infructuoso. Lo único que se saca de todo eso es tratar a Santo Tomás como objeto de juicio, procediendo como si uno ya tuviese ciencia, cuando de lo que se trata es de adquirir la ciencia.
"A condición de que se indague con la debida instrucción, y de que uno no espere mucho, tales investigaciones y comparaciones son buenas e incluso necesarias (sobre todo el estudio intensivo de los filósofos modernos) pero a quienes han alcanzado la madurez del saber. Los principiantes lo único que sacan es presunción, no ciencia."