Abu ‘Ali al-Husayn ibn Sina, latinizado Avicena (980-1037), fue un médico y filósofo persa, formado en la tradición de los filósofos antiguos griegos. En su biografía, que relató a su discípulo Gowzganí, nos cuenta una anécdota digna de recuerdo, que describe muy bien las cuitas de los aprendices en la difícil metafísica. Héla aquí:
“Habiendo alcanzado la maestría en lógica, física y matemática, me incliné después al estudio de la metafísica, leyendo el libro de la Metafísica de Aristóteles, pero sin entender nada; las intenciones de su autor me parecían oscuras; tanto, que releí dicho libro de cabo a rabo más de cuarenta veces hasta el extremo de saberlo de memoria, pero sin alcanzar ni su sentido, ni su fin. Desesperando de comprenderlo por mí mismo, me dije: “no hay modo de entender este libro”.
“Una tarde, al pasar por el bazar de los libreros, un vendedor se me acercó con un libro en la mano voceando su precio y me lo ofreció; pero descorazonado lo rechacé, convencido de que no había mérito alguno en aquella ciencia. Pero el vendedor insistía diciendo: “compra este libro que es barato; su dueño está en apuros, te lo vendo por tres dirhemes”. Lo compré: se trataba del libro de Abu Nasr al-Farabí titulado Fi agrad Aristú fi kitab Ma ba’d al-tabi’a. Volví a casa y me apresuré a leerlo; inmediatamente se me descubrieron las intenciones de dicho libro, que ya me sabía de memoria. Contento por ello, el día siguiente di limosna crecida a los pobres en acción de gracias a Dios ¡ensalzado sea!”.
Con el ejemplo de Avicena se aprenden también las cualidades morales del estudiante y del filósofo: deben ser pacientes en el estudio, leer y releer sin descanso, y aguardar la iluminación inesperada que les hagan comprender lo que tantas veces habrán estudiado sin captar su sentido. Y por último, no menos importante, deben ser piadosos, y compasivos con los pobres y menos afortunados.
La traducción del texto árabe es del profesor Miguel Cruz Hernández (Málaga, 1920): La vida de Avicena como introducción a su pensamiento (Salamanca, Anthema Ediciones, 1997).
“Habiendo alcanzado la maestría en lógica, física y matemática, me incliné después al estudio de la metafísica, leyendo el libro de la Metafísica de Aristóteles, pero sin entender nada; las intenciones de su autor me parecían oscuras; tanto, que releí dicho libro de cabo a rabo más de cuarenta veces hasta el extremo de saberlo de memoria, pero sin alcanzar ni su sentido, ni su fin. Desesperando de comprenderlo por mí mismo, me dije: “no hay modo de entender este libro”.
“Una tarde, al pasar por el bazar de los libreros, un vendedor se me acercó con un libro en la mano voceando su precio y me lo ofreció; pero descorazonado lo rechacé, convencido de que no había mérito alguno en aquella ciencia. Pero el vendedor insistía diciendo: “compra este libro que es barato; su dueño está en apuros, te lo vendo por tres dirhemes”. Lo compré: se trataba del libro de Abu Nasr al-Farabí titulado Fi agrad Aristú fi kitab Ma ba’d al-tabi’a. Volví a casa y me apresuré a leerlo; inmediatamente se me descubrieron las intenciones de dicho libro, que ya me sabía de memoria. Contento por ello, el día siguiente di limosna crecida a los pobres en acción de gracias a Dios ¡ensalzado sea!”.
Con el ejemplo de Avicena se aprenden también las cualidades morales del estudiante y del filósofo: deben ser pacientes en el estudio, leer y releer sin descanso, y aguardar la iluminación inesperada que les hagan comprender lo que tantas veces habrán estudiado sin captar su sentido. Y por último, no menos importante, deben ser piadosos, y compasivos con los pobres y menos afortunados.
La traducción del texto árabe es del profesor Miguel Cruz Hernández (Málaga, 1920): La vida de Avicena como introducción a su pensamiento (Salamanca, Anthema Ediciones, 1997).
7 comentarios:
¿no es una metáfora recursiva?
San Agustin, oyendo "lee el libro" o la caída del caballo camino de Damasco.
En todo caso y por mi propia experiencia sí te diré que muchas cosas las he aprendido no al haberlas estudiado, sino después de haberlas olvidado; pero para llegar al conocimiento primero estudié, luego olvidé, después comprendí.
No es una metáfora recursiva, sino una experiencia común: aprendemos insensiblemente, dejando a la mente elaborar todo lo leído u oído. Me acuerdo que la tabla de multiplicar la aprendí así, un buen día, después de haberla repetido miles de veces sin lograr retenerla. Los sabios dicen que es como una chispa que salta en la mente. Por eso la imagen de la bombillita encima de la cabeza, en los comics, no es casual.
George Steiner decía en su libro " Errata, examen de una vida " que cuando era estudiante , en una ocasión, no entendía aquello que leía y, preguntó a su padre a fin de que le aclarara las ideas.
Su padre le contestó : " ¿ Qué no lo entiendes ? Pues bien , lo lees otra vez, y otra , y otra y así.. hasta mil veces, si fueran necesarias ; al final terminarás entendiéndolo.
Esto que cuento, se lo digo a mis hijos cuando se me ha presentado la ocasión.
Este bonito ejemplo que traes, Morgenrot, confirma que estamos frente a una experiencia universal: así aprendemos.
Estimado Joaquín, Santo Tomás no denomina Isaac a Avicena como podrás comprobar en el mismo corpus thomisticum lo cita unas 200 y tantas veces y siempre como Avicenna, Isaac se corresponde con el nombre de Isaac Israeli al cual se le debe la famosa definción de verdad como adecuación.
Respecto a la anecdota es interesante lo que dice la crítica contemporanea respecto a la interpretación de la metafísca de Aristoteles que tiene el mismo Avicena.
Un saludo
Ibn Reilly
Gracias, Ibn Reilly, corregido el patinazo.
La anécdota tal vez sea una "exageración oriental". En su edición de la Vida, Miguel Cruz Hernández incluye un capítulo sobre el "marco y sentido de la vocación filosófica de Avicena", en que describe la recepción de Aristóteles por los falásifa árabes, con fuerte influencia platónica. Comenta además que Avicena no debe tanto a al-Farabí para su propia interpretación.
¡Saludos!
Joaquín, si es verdad que Cruz Hernandez comenta esto, de todos modos si bien no le debe todo a Alfarabí, si le debe el comprender no tanto la Metafísica de Aristótlees como su sentido, es muy interesante los artículos que ha escrito al respecto un profesor Italiano Amos Bertolacci, si logras encontrar alguno de sus articulos online podrás verlo, si no puedo intentar enviartelo en el que trata el tema.
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