29/5/08

La difícil metafísica: Heráclito

Sentencia es de Heráclito que el fin es el origen. Y así vamos a dar término a nuestra pesquisa de la difícil metafísica, remontando el río del discurso humano hasta sus primeras fuentes. Hablemos pues de Heráclito de Éfeso (el Heraclitus de Santo Tomás), que decía que todas las cosas están en constante movimiento y que nada es verdad [qui dixit omnia semper moveri et nihil esse verum], y al que se debe la más notoria metáfora fluvial de la historia del pensamiento: non est possibile aquam fluvii currentis bis tangere.

La obra de Heráclito la conocemos en forma fragmentaria, aforística. Sus frases son enigmas, que consienten interpretaciones dispares. Podemos llamar a Heráclito metafísico, porque se interroga por la naturaleza última o fondo de las cosas aparentes. Tomemos por ejemplo este fragmento (123 D-K):

LA REALIDAD GUSTA DE ESCONDERSE
La frase encierra un interrogante. Si no debemos dar entero crédito a las apariencias (lo que a cada uno parezca bueno o verdadero), ¿se oculta entonces la realidad detrás del continuo ir y venir de los hechos y de las opiniones humanas? Según uno de sus glosadores, San Hipólito (s. IV), "Heráclito en cuenta igual pone y aprecia las cosas aparentes que las inaparentes, como si reconocidamente vinieran a ser una misma cosa lo aparente y lo inaparente".

García Calvo, en su espléndido comentario a los textos heraclitianos, opta por una interpretación materialista: "la pretensión de una phýsis o realidad ajena y anterior a todo lenguaje, independiente de arbitrio y razón, la apelación a algo que está por debajo de las palabras, es justamente la convención y falsedad que constituye la apariencia que los hombres (todos y cada uno) toman como verdad de las cosas y las relaciones".

Nosotros, sin embargo, preferimos vislumbrar otro sentido de la frase, que era el que le daba San Hipólito y la tradición antigua: que lo inaparente y oculto de las cosas es la realidad divina, que se oculta a la mirada superficial. Volviendo al origen del pensar, ahora entendemos mejor qué nos ha querido decir Nietzsche, un nuevo presocrático en este sentido de defensa de la apariencia.

La traducción y comentario de los fragmentos de Heráclito, debidos a Agustín García Calvo (en la imagen, de perfil presocrático y melancolía heraclítea), se encuentran en el libro Razón común (Zamora, Editorial Lucina, 1985, 1999, 2006).

10 comentarios:

Ignacio dijo...

¿Tras las palabras está Dios, que acecha?

Joaquín dijo...

Pues según su último glosador, Heráclito expresa la oposición Naturaleza (o Realidad) vs. Convención.

Según esto, la palabra Dios puede esconder, y también revelar, la Verdad de Dios, o bien se limita a expresar una convención o arbitrio humano (llamamos Dios a lo que convenimos en llamar Dios...).

La frase de Heráclito continúa en pie, enigmática, planteándonos el problema, sin darnos la solución definitiva y dogmática.

Anónimo dijo...

Hola Joaquín: sigo usando de mi condición de principiante para expresarme sin rigor, pero con la esperanza de aprender.

"LA REALIDAD GUSTA DE ESCONDERSE"

A la realidad ni le gusta ni le disgusta esconderse. Es más, ni se esconde ni se muestra. La realidad es simplemente lo que es. O dicho de otra forma, el conjunto de las cosas que son es a lo que llamamos "realidad". Si la realidad es convención ¿qué sentido tiene hablar de ella? Es más, ¿qué sentido tendría el filosofar sobre algo convencional? ¿No podrían existir si así fuese infinitas filosofías distintas basadas en infinidad de convenciones distintas? Pero las preguntas básicas son inmutables a lo largo de los siglos, lo cual refleja la convicción, implícita o explícita, de que la realidad no es convencional.

Y esas cosas que son y que forman todas ellas la realidad sufren cambios más o menos sustanciales, adquieren y pierden accidentes, y se relacionan unas con otras. Y es esta agitación de la superficie de la realidad lo que percibimos y a partir de lo cual queremos saber qué hay debajo.

No considero que la frase de Heráclito sea ni especialmente profunda ni especialmente afortunada (juicios que son privilegio del ignorante). Simplemente expresa la dificultad y tal vez la frustración del hombre que trata de ver bajo la superficie. Pero el mero hecho de que trate de ver bajo la superficie implica que piensa ya, lo haya o no expresado, que hay algo bajo ella.

párvulo torpe que olvidó la contraseña.

Joaquín dijo...

Aquí otro párvulo, que aprende con los excelentes comentarios como el tuyo...

Según leo en el comentario de García Calvo, este fragmento: "La Naturaleza (o la Realidad, como traduce G. Calvo) gusta de esconderse", ha sido objeto del interés de los comentaristas antiguos, desde Proclo o Filón de Alejandría.

La interpretación está abierta. El mundo y la realidad de las cosas encierran un sentido que perseguimos desvelar.

Emilio Cervantes dijo...

Estoy perfectamente de acuerdo con don Agustín cuando dice:

"la pretensión de una phýsis o realidad ajena y anterior a todo lenguaje, independiente de arbitrio y razón, la apelación a algo que está por debajo de las palabras, es justamente la convención y falsedad que constituye la apariencia que los hombres (todos y cada uno) toman como verdad de las cosas y las relaciones".

Esto no tiene necesariamente que ser interpretado en un sentido materialista si se toma lenguaje en un sentido amplio.

Algo muy parecido he leido de Emmanuele Severino.

Lo voy a copiar aquí:

Si se cree y esta es la fe fundamental que envuelve ya todo cuanto sucede en la tierra, que las cosas pueden ir a la nada y salir de la nada (y, por lo tanto pueden ser aniquiladas y creadas por el hombre o por un dios), entonces se cree que existe un tiempo en el que las cosas son nada: el tiempo en que estas, una vez aniquiladas ya son nada y el tiempo en que antes de salir de la nada, son todavía una nada. Pero creer que existe un tiempo en que las cosas (es decir los no-nada) son nada es como creer que existe un tiempo en que el círculo es cuadrado. Pero el enigma del mundo se resuelve cuando se hace evidente que no puede existir ningún tiempo en que las cosas (ni siquiera la más irrelevante de ellas) son nada, y cuando se hace evidente, pues que las cosas-todas, de las más humildes a las más grandes, de las más desvanecidas a las más patentes, de las más familiares a las más inquietantes-son todas ingenerables, incorruptibles, inmutables, eternas. Lo que llamamos devenir del mundo es por tanto el aparecer y el desaparecer de lo eterno. En sentido análogo a cuando se dice que el sol sigue brillando, eterno incluso cuando desaparece de la bóveda del cielo. No sólo los dioses sino todas las cosas tienen esta naturaleza solar.

Saludos desde la última fila

Joaquín dijo...

Creo que el párvulo de la última fila plantea un problema de fuste. Como veremos pronto, el devenir, el suceder continuo de los cambios aparentes, la evolución del cosmos y de los seres vivos, es un aspecto de la realidad en la que convenimos todos.

Todos comenzamos a pensar contemplando las apariencias, por ejemplo los amaneceres y las puestas de sol.

Pero, ¿la realidad no es más que esto? ¿La realidad se autocrea, se autocontiene?

No logramos explicarnos por qué el sol se desplaza en el horizonte, si no construimos una imagen racional que supera las apariencias (la tierra es el centro de una esfera, o bien la tierra gravita atraída por el sol en una órbita elíptica...).

La cuestión de las palabras es un asunto estrechamente relacionado. Pensamos con palabras, ¿pero son las palabras las que crean la realidad, o simplemente LA NOMBRAN?

Ni la palabra círculo crea el círculo, ni la palabra Dios crea a Dios. Esto es metafísica.

Aunque los alumnos más aventajados comienzan a proponer temas que serán discutidos con más detenimiento a lo largo del curso.

Emilio Cervantes dijo...

Lo que ocurre con las palabras es muy curioso e interesante.

Los de nuestra generación hemos vivido el tránsito de una función del lenguaje a otra bien diferente. De las palabras que antaño servían para nombrar, a las palabras que hoy sirven para falsear y ocultar la realidad. Para engañar.

No sabemos cuántos tránsitos pudo haber antes. Por ejemplo pudo haber uno en el cual el significado anterior al que el maestro se refiere como "crear"(aunque yo diría más bien "producir") hubiese degenerado en un "nombrar".

Otro rato me explayaré más con el verbo crear,.....

Persio dijo...

A mí me gusta el García Calvo poeta y divulgador de los clásicos. Aunque algunas traducciones exasperen por lo demasiado libres. Pero no me gusta su pensamiento del vacío.
Creo que García Calvo suele extasiarse con el puro lenguaje, la jerga, al fin y al cabo, que inventa la verdad, como si esta no fuera algo objetivo, que está ahí, más evidente o menos, según los casos, pero ahí.
Se nombran las cosas de otra manera, y de otra manera parecen. Y la Propaganda ya tiene un pie metido. Por muy de anarquista que se vista.

Perdón si me he ido del tema.

Joaquín dijo...

Gracias, Persio, no te has salido del tema. Se agradece tu opinión sobre Agustín García Calvo, una gran figura viva de la cultura española, aunque su pensamiento pueda ser muy discutible. Lo he traído a primer plano porque él mismo es en cierto modo una representación de la antimetafísica, o del heraclitismo.

Morgenrot dijo...

Heráclito buscaba el orden e inteligibilidad de lo real, no en sus aspectos estáticos, sino en su dinamismo; y no en la identidad, sino en la lucha de contrarios, lo que abre las puertas a la dialéctica.

Y cuando se ha hecho la inclusión en el tema del lenguaje, no he podido abstraerme de mi Wittgenstein, y nos alejamos temporalmente demasiado de Heráclito.