7/5/08

La difícil metafísica: Aristóteles

En el debate del último post, un párvulo preguntaba sobre la conveniencia de leer, de estudiar, los Fundamentos de Filosofía de Antonio Millán-Puelles. Pensamos que Santo Tomás demanda, y da por sabidos, los saberes naturales de su tiempo, que eran los del mundo antiguo. Leer a Tomás supone familiaridad con un idioma filosófico (de ente et essentia), que muchos aprendimos temprano, siendo escolares (en cierto modo nunca hemos abandonado la condición parvular). Así que, igual que pretendemos leer a Santo Tomás de manera directa, también recomendamos la lectura sin mediaciones de los maestros de la antigüedad, y entre ellos Aristóteles, el Philosophus por antonomasia en el texto tomista.

Nuestra navegación a las más elevadas esferas del saber se inicia con una pregunta: ¿Qué es la Metafísica? Porque lo que tenemos a mano y a la vista son las cosas físicas, objeto de nuestros sentidos. ¿Y qué cosas son objeto de la metafísica, que escapan a las restricciones naturales del espacio y del tiempo? La exigencia de depurarnos para superar la barrera de los sentidos es, pensamos, la máxima dificultad metafísica, y sobre ello versarán nuestros próximos comentarios: el primero sobre Aristóteles.

No es accidental que Aristóteles recurra en este texto a una imagen zoológica (un murciélago). Además de sus preferencias de biólogo, hay que pensar en razones más profundas. Tal vez porque la última explicación de lo que sea la vida resida en instancias metafísicas: vivir es ser lo que somos, y saberlo confusamente, como murciélagos a la luz del día. Veamos el texto:

"El estudio acerca de la Verdad es difícil en cierto sentido, y en cierto sentido, fácil. Prueba de ello es que no es posible ni que alguien la alcance plenamente ni que yerren todos, sino que cada uno logra decir algo acerca de la Naturaleza. Y que si bien cada uno en particular contribuye a ella poco o nada, de todos conjuntamente resulta una cierta magnitud. Conque, si nos hallamos realmente al respecto como decimos con el refrán "¿quién no atinaría disparando a una puerta?", en este sentido la verdad es fácil; pero el hecho de alcanzarla en su conjunto, sin ser capaces de alcanzar una parte de ella, pone de manifiesto la dificultad de la misma. Y posiblemente, puesto que la dificultad es de dos tipos, la causa de ésta no está en las cosas, sino en nosotros mismos. En efecto, como los ojos del murciélago respecto de la luz del día, así se comporta el entendimiento de nuestra alma respecto de las cosas que, por naturaleza, son las más evidentes de todas".

Aristóteles, Metafísica II,1 (993b). Traducción de Tomás Calvo Martínez.

10 comentarios:

párvulo dijo...

Buenas tardes:

tomo nota Joaquín. Esta traducción de la Metafísica de Aristóteles:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12260620880115953087846/index.htm

parece estar bien (es de Austral) No me gusta sin embargo el formato html. Si no encuentro el libro o una edición que me guste tomaré éste, lo pasaré a LaTeX y haré un PDF para tenerlo fácil de leer y fácil de imprimir, con un tipo de letra decente, márgenes adecuados y en fin aspecto de libro "de verdad"

Es que uno es así de pejiguero con los buenos textos.

Saludos.

Joaquín dijo...

La edición de Austral es buena, bonita y barata. La traducción es de Patricio de Azcárate, aunque parece que no directamente del texto griego.

Tumbaíto dijo...

¿Sabe usted, Don Joaquín, aquello de que Santo Tomás intentó destruir su papeles? ¿Fue trámite su secretario como lo sabemos, verdad? Habría sido una pena.

El tomismo de Santo Tomás es en muchísimos aspectos provisorio. No tenemos bastante con creer "que Santo Tomás demanda, y da por sabidos, los saberes naturales de su tiempo". Pero eso ya lo discutimos tiempo atrás (aunque desapareció cuando el tema se volvía interesante).

Aquí le mando un pequeño regalo(¿?).

Joaquín dijo...

Tumbaíto, no conozco esa historia de papeles rotos, ¿dónde la has leído?

En cuanto a tu afirmación de que el pensamiento de Santo Tomás "es en muchísimos aspectos provisorio", no estoy conforme. Su construcción teológica reposa (por razones que veremos pronto) sobre los saberes naturales de su tiempo (no podía ser de otra manera), pero concluir entonces que, cambiados los paradigmas y teorías científicas, hace provisorio al pensamiento, supone tomar la parte por el todo.

La tarea de un estudioso tomista consiste, en casos como el que planteas, extraer del discurso de Santo Tomás los aspectos caducos, accidentales, porque provisoriamentedependen de un discurso científico datado, y hacer brillar los principios perennes de su filosofía.

La vitalidad de la filosofía aristotélico-tomista se explica porque sus principios (la verdad, el ente, la esencia, las cuatro causas, potencia y acto...) responden a la realidad de las cosas y las explican de manera máximamente universal, cualquiera que haya sido el estado del saber científico desde Aristóteles hasta nosotros. Ya lo veremos.

Si has leído la Carta Lumen Ecclesiae habrás visto que los tomistas del presente están obligados a encontrar la conformidad de la doctrina de Santo Tomás con la visión científica de nuestro tiempo.

Tumbaíto dijo...

Está pintando un santo Tomás mentalmente anoréxico (y es bien sabido que el santo era obeso).

El conocimiento científico es imprescindible para comprender en qué estaba pensando Santo Tomás (no en vano es discípulo de San Alberto Magno).

No sé si la Carta Lumen Ecclesiae obliga a los tomistas a encontra la conformidad de la doctrina del Doctor Angélico con la visión científica de nuestro tiempo pero a la realidad le importa un bledo conformarse con las doctrinas del Aquinate.

La vitalidad del tomismo sólo tiene una explicación: Cristo. Ningún ungüento más aromático que Su Fragancia ni ninguna tela más suave que Su Piel. Sin embargo, no despreció los ungüentos y se sortearon sus vestiduras.

P.S.: Busque en su biografía que le pasó un 6 de diciembre de 1273.

Joaquín dijo...

El día de San Nicolás. Pero aún no me has respondido: ¿dónde has leído (u oído) que quiso destruir sus papeles?

párvulo dijo...

Hola Joaquín, hola tumbaíto: yo tampoco había oído que S.T. quisiese destruir sus papeles, pero esa fecha se cita en la "Introducción al Tomismo" de Josef Pieper. Primero, en la página 28...

"Pero Tomás se niega a dictar o a escribir una sola línea. Y permanece en su decisión. ''Todo lo que he escrito me parece paja'', responde a Reginaldo de Piperno, el amigo, secretario y compañero de viaje de tantos años. De todas formas, más tarde completa la frase: ''Todo... me parece paja, comparado con lo que he contemplado''

Luego, en la página 174:

"...Santo Tomás manifestó un día exactamente constatable, el 6 de diciembre de 1273, volviendo a su celda de la celebración de la misa, que le repugnaba seguir escribiendo. ''Todo lo que he escrito me parece como paja comparado con lo que he contemplado y con lo que me ha sido revelado''. Y permaneció fiel a esta negativa."

Saludos.

Joaquín dijo...

Hola, Párvulo. Es correcto, está atestiguado por las personas más cercanas a Tomás (comenzando por su secretario Reginaldo).

Mi pregunta a Tumbaíto, de que dónde ha leído que Santo Tomás quiso "destruir sus papeles", es porque ese gesto parece anacrónico. Carece de sentido que Tomás considerase como suyos los textos que dictaba, destinados a sus discípulos. Lo entendemos más en el caso de Kafka, que, cierto, mandó a su albacea que quemase sus papeles (que permanecían inéditos). Pero Kafka no se debía a unos discípulos.

P.S. ¿Sabías Párvulo que la palabra pejiguero, que empleamos mucho en Andalucía, no figura en el Diccionario de la Real Academia Española?

Emilio Cervantes dijo...

Muy acertada la primera alusión a la Historia Natural (biología) en el momento de introducción a la metafísica. La biología está unida a la metafísica inseparablemente. La biología es para pensar.....

Joaquín dijo...

Creo que por ser aristotélico, Santo Tomás tiene también mucho de biólogo.

Saludos, Emilio